BITTER
Bruno Marcos
Me llama el Sputnik para que pase por su sede y salgo de allí con algo muy valioso. Dentro de un catálogo un dvd, un vídeo que recoge la mítica actuación de él junto al pequeño Arrabal titulada Bitter.
Cuando, en su día, me lo contaba la gente me resultaba algo desbocado, un efecto colateral del desmadre general de las artes, las añagazas de aquello que fundamos a finales de los 90, pero ahora me ha encantado. Tiene un montaje televisivo y me ha arrancado carcajadas.
Aparecen los dos vestidos con chaquetas del color de la bebida y tras una tramoya, como gimnastas preparándose para el gran momento, hacen flexiones de calentamiento, se dan besos y abrazos de sincera camaradería para animarse y, luego, comienzan a rociar las paredes de la sala con el líquido. La mala suerte hace que el Bitter Kass no tiña la cal del muro y se agoten, se desesperen y se resbalen, se caigan y acaben dando con la lengua en la pared, el pecho o la frente mostrando una relación erótica con el cuadro .
Todo ello al desenfrenado ritmo de una banda de rock que les atruena.
Se ve entre el público a unos muchachos encantados, riendo a mandíbula batiente, pensando en esos tipos tan graciosos, uno gigante y el otro, a su lado, enano salpicando a todo quisqui y haciendo eso por nada, por amor al arte.
En la pared había unas cintas colocadas para que, al finalizar, dejasen blancas las reservas de unas formas geométricas no salpicadas por el bitter. Nada quedó como resultado de ese action painting pero bueno.
Creo que algún día alguien le reconocerá al Sputnik todo lo que ha hecho, espero que alguien ya se lo haya dicho.
Me llama el Sputnik para que pase por su sede y salgo de allí con algo muy valioso. Dentro de un catálogo un dvd, un vídeo que recoge la mítica actuación de él junto al pequeño Arrabal titulada Bitter.
Cuando, en su día, me lo contaba la gente me resultaba algo desbocado, un efecto colateral del desmadre general de las artes, las añagazas de aquello que fundamos a finales de los 90, pero ahora me ha encantado. Tiene un montaje televisivo y me ha arrancado carcajadas.
Aparecen los dos vestidos con chaquetas del color de la bebida y tras una tramoya, como gimnastas preparándose para el gran momento, hacen flexiones de calentamiento, se dan besos y abrazos de sincera camaradería para animarse y, luego, comienzan a rociar las paredes de la sala con el líquido. La mala suerte hace que el Bitter Kass no tiña la cal del muro y se agoten, se desesperen y se resbalen, se caigan y acaben dando con la lengua en la pared, el pecho o la frente mostrando una relación erótica con el cuadro .
Todo ello al desenfrenado ritmo de una banda de rock que les atruena.
Se ve entre el público a unos muchachos encantados, riendo a mandíbula batiente, pensando en esos tipos tan graciosos, uno gigante y el otro, a su lado, enano salpicando a todo quisqui y haciendo eso por nada, por amor al arte.
En la pared había unas cintas colocadas para que, al finalizar, dejasen blancas las reservas de unas formas geométricas no salpicadas por el bitter. Nada quedó como resultado de ese action painting pero bueno.
Creo que algún día alguien le reconocerá al Sputnik todo lo que ha hecho, espero que alguien ya se lo haya dicho.
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